¿Por qué personas
tan inteligentes caen en la trampa de las pirámides financieras? No creo que el
responsable sea una cuestión de genes.
Desde un punto de vista de
la psicología motivacional, una primera clasificación nos muestra que
–en general- existen tres tipos de personas potencialmente víctimas de las
estafas piramidales:
• Los avariciosos,
que aun conscientes de que se trata de un fraude, participan como lo hace un
jugador de ruleta.
• Los
incautos que creen que entran en un grupo inversores privilegiados.
• Los crédulos
que están convencidos de la legalidad de la inversión.
El
hombre económico racional siempre elige la inversión que promete unos
beneficios más altos, y la avaricia le impide ver las inconsistencias y los
riesgos de cómo se producen tales dividendos. La mentalidad del grupo, que hace
las mismas cosas que todo el mundo: el convencimiento de que algunos negocios
son demasiados grandes para fallar y un optimismo innato respecto al futuro
ayudan a eliminar los escrúpulos que quedan para que la gente se embarque en
esas dudosas aventuras.
Sin
embargo, los participantes en la mayoría de las pirámides (quizás salvo el caso
de Madoff, que había grandes bancos y corporaciones), quiéranlo o no, están
engañando a las personas que reclutan. Pocas personas se dejarían engañar si se
les explicaría completamente los riesgos. Las víctimas, generalmente pequeños
ahorradores, están a la búsqueda de alternativas de inversión de su dinero y
confían en los consejos de familiares o allegados. La mayoría de las víctimas son personas de bajos ingresos con gran
capacidad marginal de ahorro. En muchos casos, no prestan atención a la
calificación de quién va a manejar su dinero, ni los negocios o inversiones en
los que estarían participando en tanto se les cumpla lo prometido. A menudo,
los ingresos logrados por las víctimas son “reinvertidos” en la misma cadena,
pues la confianza en los organizadores es muy grande. La idea esencial detrás
de este tipo de estafa piramidal es que el individuo realiza un solo pago a
cambio de un flujo de ingresos que supera con creces el monto invertido. Sin
embargo, queda comprometido a reclutar nuevos participantes, por lo cual recibe
una comisión o algún tipo de beneficio adicional.
Otras
características del estafado por lo tanto son:
•
Falta de conocimiento de las condiciones que deben cumplir las empresas
legales.
•
Ilusión de mejorar el nivel de vida, por medio de un pase “casi mágico”.
En
general, confluyen estos dos elementos en la víctima de las estafas. La
ingenuidad, como condición “sin equanum”. Se trata de incautos que creen que
entran en un grupo inversores privilegiados. Generalmente, los estafadores se
centran en un colectivo específico (profesional, religioso, deportivo, entre
otros) convencido de la legalidad de la inversión.
Es
interesante la relación que hay entre religiosidad y estafas piramidales, al
menos en los países hispanos. Los miembros de las iglesias evangélicas
fundamentalistas son más proclives a ser estafados –hipnotizados por sus
predicadores-, precisamente porque, aparentemente, son más frágiles en cuanto a
sus niveles de racionalizar supuestos actos de fe o manipulación de la misma. “Dado que lo formal no me resuelve la vida,
tal vez lo informal, me la resuelva. Probablemente, esta es una de las
motivaciones más importantes para que la gente ensaye mecanismos no formales
para mejorar su nivel de vida” (7)
Perito Psicólogo 639278316
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