viernes, 7 de diciembre de 2012

RETRATO DEL “LOBO SOLITARIO”


EL RETRATO DEL “LOBO SOLITARIO”

Desde el año 1980 hasta nuestros días, ha habido 120 “lobos solitarios”, que han asesinado a 800 personas y han herido a más de 1000. ¿Son los “lobos solitarios” tan imprevisibles como se piensa? ¿Es posible encontrar elementos o características comunes en ellos?

Cuando pensamos en esta clase de individuos, generalmente no miramos a nuestro alrededor. Un estudio realizado por los Servicios Inteligencia Americanos (http://www.secretservice.gov/ntac/ssi_final_report.pdf) sugieren que la descripción o perfil del lobo solitario puede corresponder a cualquier de nosotros y debemos ser muy prudentes a la hora de categorizar o perfilar a esas persona. Lo que el estudio concluye es que las personalidades de estas personas son complejas, pero normales.

Hay que señalar por lo tanto, que en general el “lobo solitario” no es un enfermo mental, aunque en ocasiones lo parezca. La mayoría de las personas, los consideran personas “normales”, “nada hacía sospechar la barbarie que iba a ocurrir”, “era un estudiante como cualquier otro” (éste es el caso de Matti Huhani, estudiante de restauración que entro en un Instituto en Finlandia y mato a 11 personas en el 2008).

Los “lobos solitarios” no nacen, sino que se hacen. Hasta ahora no se ha encontrado ninguna base biológica o genética que les caracterice de forma inequívoca. Por lo tanto si no son enfermos, el problema es social y si esto es así, ¿dónde se ha producido la quiebra o el vuelco?

Lo primero que hay que destacar, es que en todos los casos estudiados hasta la fecha, el 96%  de los lobos solitarios, son hombres ((Hassid y Marcel, 2012, 44). Este hecho nos debería hacer pensar en el rol de la masculinidad que transmite nuestra sociedad en nuestra época. Los papeles de dominio, dureza y hasta cierta violencia son con frecuencia representación del “macho ibérico”.
Otro aspecto interesante es la edad media de los “lobos solitarios” analizados desde 1980, que es de 26 años y dos meses. Entre los 24 y los 44 años se encontrarían la mayor parte de estos asesinos. Es decir que podemos concluir que se trata de personas mayoritariamente jóvenes, muchos de ellos adolescentes y la identidad del adolescente es sobre todo social. Algunos estudios sugieren que los adolescentes buscan una reputación ideal entre sus compañeros y amigos, y cuando no la consiguen se produce violencia relacional. Además estos adolescentes se sienten solos, insatisfechos y con una baja autoestima, que durante muchos años algunos pueden verse afectados por el acoso escolar. Llega un momento donde se produce un vuelco en sus vidas y sienten la necesidad de cambiar y demostrar todo lo contrario a lo que son. Intentan canalizar ese sentimiento de inferioridad, haciendo algo que demuestre su superioridad.

Muchos han sido víctima de malos tratos y han vivido en familias desestructuradas. Con frecuencia han abandonado la escolaridad y han sido excluidos de sus comunidades. Esa soledad le lleva a convertirse en verdaderos adictos de los videojuegos http://www.lepoint.fr/invites-du-point/jeux-video-permis-de-tuer-27-11-2012-1534002_420.php
Un ejemplo claro de éste perfil es el de Robert Hawkins, un adolescente de 19 años, que en el año 2007 mato a ocho personas e hirió a otras cinco en un centro comercial. Sus padres se separaron cuando él era un niño, produciéndose un litigio interminable por su guarda y custodia. El niño muestra signos de inestabilidad emocional y de fracaso escolar. Sus profesores lo describen como un niño inquieto, bruto e incapaz de tener unas relaciones sociales normales con sus amigos. Al inicio de su adolescencia tiene enfrentamientos violentos con frecuencia y se muestra solitario, que le lleva a un centro tutelado por el estado. A los 17 años deja el Instituto. “Soy una mierda, pero ahora voy a convertirme en un ser  famoso”


Muchos de los “lobos solitarios” estudiados son personas desadaptadas, excluidas, solitarias, con problemas de habilidades sociales, tímidos y alguna otra neurosis, pero lejos de la locura, al menos tal y como la entendemos los psicólogos forenses. Con frecuencia, es en estas situaciones de inestabilidad emocional cuando el “lobo solitario” pasa al acto criminal, es entonces cuando maquina su crimen como única solución a sus problemas. Está absolutamente convencido de que no existe otra solución que la matanza.

La falta de técnicas en resolución de problemas y la indefensión aprendida son también características latentes en este perfil. Llegan a la convicción de que no pueden hacer nada para mejorar su situación, lo han intentado todo y nada les ha funcionado. Se autoconvencen que sólo la matanza puede darles satisfacción y puede solucionar sus problemas. En los momentos previos a la matanza se aíslan del mundo y planifican cuidadosamente lo que van hacer, eligiendo una fecha significativa (aniversario, eventos religiosos o políticos, otras matanzas, etc).
Es muy interesante destacar la necesidad que tiene el “lobo solitario” de dar una explicación a su gesto, de ser racional, como si con ello se fuera a redimir. La percepción que los demás tengan del porque de sus actos, se convierte en casi una obsesión. Como anteriormente comentamos que son muy narcisistas y tienen un cierto complejo de inferioridad que progresivamente se convierte en superioridad. Son verdaderos expertos en comunicación, sienten que tienen una misión que cumplir y trataran de darle lógica a su barbarie criminal. Hay una idea de cierto mesianismo, se asemejan al líder sectario, que tiene una misión que cumplir y ese afán lo llevará a cabo  a través de  un acto único e “histórico”.

Podemos concluir por lo tanto que es la acumulación de síntomas de desajuste emocional, escolar, social y familiar,  lo que hace la diferencia. Es evidente que una persona normal, por el hecho de ser tímida, no le hace convertirse en un “lobo solitario”, pero si a esto le añadimos desadaptación familiar, escolar y personal, podemos considerarlo como un riesgo o amenaza.

 Francisco J. Arroyo

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