Tras la ruptura, separación o divorcio de los padres, la
crítica a la opción tradicional de custodia exclusiva, normalmente materna, es
relativamente reciente. No obstante, a medida que la investigación psicológica
y sociológica se ha ocupado del tema este modelo de custodia monoparental
materna, cuya única justificación en muchos casos reposa en inercias sociales,
ha sido puesto en cuestión criticándose su insuficiencia para responder a las
necesidades de desarrollo y estabilidad psicológica de los menores.
La investigación psicológica científica apoya la tesis de
que la custodia coparental es, en general, la opción más favorable para
conseguir el mejor ajuste de los hijos en la esferas psicológicas, familiar,
escolar y social tras la separación o divorcio de sus padres, y la mejor
solución para propiciar el entendimiento entre los progenitores, disminuyendo
así la eventual tensión que entre ellos pudiera existir.
Entre los beneficios que reporta el régimen de custodia
coparental, con respecto al de custodia exclusiva, destacan una mayor
autoestima de los niños y niñas (Karp, 1982; Glover y Steele, 1989), mayor
autovaloración y confianza, menor excitabilidad e impaciencia (Nunan, 1980), y
mayor satisfacción general (Handley, 1985).
Un reciente y riguroso estudio efectuado en
Suecia (Carlsund A, Eriksson U, Lofstedt, P, Sellestrom E, 2012) sobre una
muestra de 3699 adolescentes, arrojaba conclusiones contundentes: los menores,
hijos de padres divorciados, en situaciones de custodia compartida, presentaban
un riesgo significativamente menor de
consumo de alcohol, tabaco, precocidad sexual y problemas conductuales, que
aquellos que vivían bajo un régimen de custodia exclusiva monoparental, bien
paterna o materna.
Posiblemente el mejor balance a favor del régimen de
custodia coparental lo ofrecía la Asociación Americana de Psicología en su
informe a la Comisión sobre el Bienestar de la Infancia y de la Familia (1995).
El informe llega a la conclusión de que “….las investigaciones realizadas
respaldan la conclusión de que la custodia coparental conlleva determinados
resultados favorables para los niños, en particular más participación del
padre, mejor adaptación del niño, pago de pensiones alimenticias, reducción de
los gastos en litigios y a veces menor conflicto entre los padres…”
Como hemos documentado más arriba, la mayoría de los estudios
indican significativos beneficios para los niños bajo regímenes de custodia
coparental. No obstante, el factor crítico parece ser el conflicto entre los
padres. Cuando los padres cooperan y minimizan el conflicto, la custodia
coparental se ha mostrado claramente como lo más conveniente para los hijos. Sin embargo, si existe un conflicto
significativo entre los padres, la custodia coparental no es peor para los
hijos que la custodia monoparental al uso. Los efectos son beneficiosos
para las relaciones entre los progenitores, que se ven forzados a cooperar por
el bien de los hijos.
La anacrónica y superada tendencia teórica en psicología
evolutiva que vino en denominarse “Tender Years Doctrine” (doctrina de los
primeros años) que venía a afirmar la preponderancia del vínculo materno-filial
y a rodearlo de toda una mística que le daba un valor insustituible y
exclusivo, y que prevenía contra los graves perjuicios de la “privación
materna”, tuvo su momento de auge en las últimas décadas del siglo XX. No
obstante, esta teoría ha sido severamente criticada desde la psicología
científica y refutada por los datos de la investigación. La asunción de que el
sexo de los individuos los predispone y califica como mejores –o peores-
cuidadores de los hijos, carece de base científica. El niño, dentro de una
familia normal, establece vínculos de apego con su padre y con su madre, ambos
simultáneos y de equivalente valor adaptativos (aunque puedan ser diferentes). Los padres varones pueden ser tan
sensibles, tan atentos y tan hábiles en el cuidado de sus hijos, en cualquiera
de sus edades, como puedan serlo las madres. Las habilidades parentales
parecen más dependientes de experiencias previas, recursos y motivaciones, que
de factores ligados al sexo.
En resumen, la
investigación científica informa que la mayor estabilidad psicológica para los
menores viene asociada a soluciones de custodia coparental ya que prima la
estabilidad emocional y psicológica de los niños frente a la infundada idea de
que ésta se asocia exclusivamente con la estabilidad contextual. A esto podemos
añadir la experiencia positiva de su aplicación en países con sensibilidad
social, cultural y experiencia divorcista y legislaciones avanzadas como
Suecia, Dinamarca, Francia, Estado Unidos, por citar los más relevantes.
Francisco J. Arroyo
Perito psicólogo
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