sábado, 24 de mayo de 2014

Consideraciones científicas sobre los distintos modelos de custodia y su implicación pericial







Tras la ruptura, separación o divorcio de los padres, la crítica a la opción tradicional de custodia exclusiva, normalmente materna, es relativamente reciente. No obstante, a medida que la investigación psicológica y sociológica se ha ocupado del tema este modelo de custodia monoparental materna, cuya única justificación en muchos casos reposa en inercias sociales, ha sido puesto en cuestión criticándose su insuficiencia para responder a las necesidades de desarrollo y estabilidad psicológica de los menores.

La investigación psicológica científica apoya la tesis de que la custodia coparental es, en general, la opción más favorable para conseguir el mejor ajuste de los hijos en la esferas psicológicas, familiar, escolar y social tras la separación o divorcio de sus padres, y la mejor solución para propiciar el entendimiento entre los progenitores, disminuyendo así la eventual tensión que entre ellos pudiera existir.

Entre los beneficios que reporta el régimen de custodia coparental, con respecto al de custodia exclusiva, destacan una mayor autoestima de los niños y niñas (Karp, 1982; Glover y Steele, 1989), mayor autovaloración y confianza, menor excitabilidad e impaciencia (Nunan, 1980), y mayor satisfacción general (Handley, 1985).

 Un reciente y riguroso estudio efectuado en Suecia (Carlsund A, Eriksson U, Lofstedt, P, Sellestrom E, 2012) sobre una muestra de 3699 adolescentes, arrojaba conclusiones contundentes: los menores, hijos de padres divorciados, en situaciones de custodia compartida, presentaban un riesgo significativamente menor de consumo de alcohol, tabaco, precocidad sexual y problemas conductuales, que aquellos que vivían bajo un régimen de custodia exclusiva monoparental, bien paterna o materna.

Posiblemente el mejor balance a favor del régimen de custodia coparental lo ofrecía la Asociación Americana de Psicología en su informe a la Comisión sobre el Bienestar de la Infancia y de la Familia (1995). El informe llega a la conclusión de que “….las investigaciones realizadas respaldan la conclusión de que la custodia coparental conlleva determinados resultados favorables para los niños, en particular más participación del padre, mejor adaptación del niño, pago de pensiones alimenticias, reducción de los gastos en litigios y a veces menor conflicto entre los padres…”

Como hemos documentado más arriba, la mayoría de los estudios indican significativos beneficios para los niños bajo regímenes de custodia coparental. No obstante, el factor crítico parece ser el conflicto entre los padres. Cuando los padres cooperan y minimizan el conflicto, la custodia coparental se ha mostrado claramente como lo más conveniente para los hijos. Sin embargo, si existe un conflicto significativo entre los padres, la custodia coparental no es peor para los hijos que la custodia monoparental al uso. Los efectos son beneficiosos para las relaciones entre los progenitores, que se ven forzados a cooperar por el bien de los hijos.

La anacrónica y superada tendencia teórica en psicología evolutiva que vino en denominarse “Tender Years Doctrine” (doctrina de los primeros años) que venía a afirmar la preponderancia del vínculo materno-filial y a rodearlo de toda una mística que le daba un valor insustituible y exclusivo, y que prevenía contra los graves perjuicios de la “privación materna”, tuvo su momento de auge en las últimas décadas del siglo XX. No obstante, esta teoría ha sido severamente criticada desde la psicología científica y refutada por los datos de la investigación. La asunción de que el sexo de los individuos los predispone y califica como mejores –o peores- cuidadores de los hijos, carece de base científica. El niño, dentro de una familia normal, establece vínculos de apego con su padre y con su madre, ambos simultáneos y de equivalente valor adaptativos (aunque puedan ser diferentes). Los padres varones pueden ser tan sensibles, tan atentos y tan hábiles en el cuidado de sus hijos, en cualquiera de sus edades, como puedan serlo las madres. Las habilidades parentales parecen más dependientes de experiencias previas, recursos y motivaciones, que de factores ligados al sexo.

En resumen, la investigación científica informa que la mayor estabilidad psicológica para los menores viene asociada a soluciones de custodia coparental ya que prima la estabilidad emocional y psicológica de los niños frente a la infundada idea de que ésta se asocia exclusivamente con la estabilidad contextual. A esto podemos añadir la experiencia positiva de su aplicación en países con sensibilidad social, cultural y experiencia divorcista y legislaciones avanzadas como Suecia, Dinamarca, Francia, Estado Unidos, por citar los más relevantes.


Francisco J. Arroyo
Perito psicólogo

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