Nuestro
interés es que esta comunicación sirva como punto de reflexión acerca de la
necesidad de que los profesionales que intervienen en asuntos de violencia de
género sean cada vez más conscientes de la complejidad que engloban estas
cuestiones, y que ello de lugar a una mayor profesionalización de todos los
agentes implicados
- La utilización de pruebas psicológicas inadecuadas
y/o irrelevantes para la evaluación del maltrato.
- Utilización únicamente de entrevistas de corte
clínico, rígidas y con preguntas cerradas y sugestivas.
- No entrevistar y/o evaluar al maltratador, aunque lo
verdadero importante es la evaluación de la víctima.
- La ausencia de patología en el maltratador no
implica ausencia de comportamiento violento.
- No valorar ni constatar posibles repercusiones
psico-sociales en la víctima.
- No tener en cuenta los posibles síntomas simulados de
la víctima.
- Posibles errores de interpretación del evaluador por
perjuicios.
- Errores de atribución de la víctima en base a la
propia tolerancia cultural de la víctima, ésta puede minimizar, negar y
omitir, de manera involuntaria
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